domingo, 16 de febrero de 2014

Capítulo 3


Capítulo 3

S: Bueno, Manuel comenzamos, ¿Cuál es el nombre, dirección y teléfono de tu madre?
M: Carina… Carina Zampini.  Pero usted no irá a llamarla, ¿no? (preguntó inquieto después de darle las referencias).

S: Eso es cosa de mi abuela, Esperanza.  ¿Qué edad tiene tu madre?
M: Ya es vieja (si lo oye su madre pensó Sebastián).  Es por eso que debemos darnos prisa.  Mañana cumple Treinta y tres años.  Como ve, ya no le queda mucho tiempo.  Y además tiene una que otra arruguita por aquí (declaró llevándose los dedos al rabillo de los ojos).
S: Está en plena decadencia, ¿no?.

Le pregunta Sebastián sarcásticamente, al tiempo que intentaba evitar la risa por la forma que Manuel se expresó de su madre dando por hecho que la mayoría de los chicos ven a cualquier adulto mayor de treinta años como a una persona en decadencia.

M: Pero no escribiras eso.  Tal vez si van a un sitio romántico, con velas, el candidato no se dará cuenta.

La cara de Sebastián desapareció detrás del formulario, incapaz de ocultar su hilaridad.

S: Sigamos.  Estatura y peso (le preguntó Sebastián con voz neutra al cabo de un instante).
M: Mi mamá no es gorda.  Y es bastante alta.  Bastante más alta que yo.  Aunque no me preocupo porque la estatura es un rasgo genético característico de la familia, y todas las posibilidades juegan a mi favor (declaró, adelantando la barbilla con decisión).
S: Estoy de acuerdo contigo.  ¿Color de los cabellos y de los ojos?
M: Pelo color rubio y ojos color marrón.
S: Ocupación?
M: Actualmente, trabaja en el restaurante de un amigo como anfitriona.  Ella atiende y acomoda en sus lugares a los clientes cuando llegan al restaurante.  A propósito, ¿quiere que le enseñe una fotografía? (sin esperar respuesta sacó una fotografía del bolsillo y se la enseñó).

Manuel ocultó una mueca burlona al ver la reacción de Sebastián.  Su expresión era igual a la suya cuando le servían una gran copa de helado.  Desde luego que su madre era bastante mejor que los helados.  Hasta sus propios compañeros de clase lo admitían.  Sin hacer comentarios, Sebastián le devolvió la fotografía.

S: ¿Anfitriona?
M: Bueno a mi madre le hubiese gustado ser actriz de telenovelas pero lamentablemente no tuvo el tiempo disponible porque ella se dedicó a mí.  Como le dije actualmente es la anfitriona en un restaurante de un amigo y la verdad es que trabaja mucho (afirmó con una cierta tristeza) por mi bienestar.  Y te aseguro que no quiere un marido o algo así para que la ayude a pagar las cuentas.

Sebastián alzó las manos.  Eran unas manos de largos dedos.  Como las de su madre, claro que más grandes.

S: Tranquilo, amigo.  Yo solo hago las preguntas.  No soy un juez, ¿de acuerdo?
M: De acuerdo.  ¿Qué más quiere saber sobre mi madre?
S: El estado civil actual de tu madre, cuántos hijos tiene y tipo de residencia.

Manuel respiró hondo.

M: Ella es soltera.  Vivimos en un apartamento.  Pablo era mi papá, se marchó hace ocho años.  Creo que debí haber dicho divorciada.  Los papeles del divorcio llegaron tiempo después de la partida de él (declaró Manuel encogiéndose de hombros).  En cuanto a los hijos, bueno, soy yo.  Así que el candidato no tendrá que esforzarse mucho.  Solo somos los dos, y yo no le daré problemas.
S: Estoy seguro de que así será (comentó Sebastián bajando la mirada).  

Sebastián se decía a sí mismo “Pobre niño, llamaba a su padre por su nombre de pila.  ¿Manuel se dará cuenta de que realmente tenía desesperación por encontrar un reemplazante de su padre, más bien la necesidad de una figura paterna?”  Muy dudoso que así fuera.  Manuel creía tenerlo todo estudiado... o al menos así lo pensaba.

S: ¿Cuál sería el compañero ideal para tu madre?  ¿Tienes alguna idea? (le volvió a preguntar Sebastián tras una pausa).
M: Un vaquero, un ranchero o un actor.
S: Estás de broma.
M: Bueno, es lo único que le falta por conocer.
S: ¿Lo único?
M: Sí.  Me refiero a lugares y a los tipos de esos lugares.

Sebastián sintió que la palabra «tipos» le molestaba.  ¿Es que el chico quería decir que su madre había salido con varias clases de hombre buscando al compañero ideal?  Sebastián apretó los labios.  

Por alguna razón, le molestaba considerar esa posibilidad, especialmente después de haber observado la foto que Manu le había enseñado y en la misma Sebastián pudo observar una bellísima, amplia e hipnotizadora sonrisa que iluminaba como también pudo observar una vulnerabilidad que asomaba desde el fondo de sus dos grandes ojos marrones.

S: ¿Viajan mucho?
M: Estamos obligados.  Al principio lo hacíamos con Pablo.  Ahora mamá intenta encontrar un hogar perfecto para nosotros.  Pero la manera en que lo intenta no funciona.  Por eso es que decidí ayudarla.
S: Y tú crees que resultará de esta manera.
M: Un ordenador lo resuelve todo (declaró satisfecho).  ¿Qué más necesita saber?
S: ¿Cuáles son las cosas que le desagradan a tu madre? (preguntó Sebastián, decidido a cambiar de tema).
M: Margarita Mayers.
S: ¿Cómo dices?
M: Esa es la chica con la cual mi padre se escapó.  Pablo tuvo que esperar hasta que ella terminara el colegio antes de abandonarnos y eso le dolió mucho a mamá.  ¿Ya hemos terminado?
S: No todavía.  Ahora viene la parte más difícil.  Me temo que las próximas preguntas serán más personales (Manuel observó Sebastián con el ceño fruncido.  Le disgustaba someter a Manuel al interrogatorio que vendría a continuación).
M: Usted bromea.  ¿Cree que las otras preguntas fueron muy fáciles? (explotó Manuel).  ¿Más personales?  ¿Qué más les interesaría saber?  ¿O tal vez usted se refiera a...? (balbuceó con una mirada de horror haciendo la seña con sus dos dedos índices).  ¡Eso es repugnante!  Mi mamá no hace esa clase de...

Sebastián intentó ocultar su regocijo.  De uno u otro modo ella tendría que haberlo hecho alguna vez, puesto que la evidencia de ello se encontraba sentada frente a él, mirándolo furioso.

S: Verás... esto sería más fácil si pudiéramos hablar con ella.  ¿Estás seguro de que no puedes traerla aquí el día de su cumpleaños?  Podríamos hacerle todas estas preguntas y conseguir una mejor...
M: No! Mi madre no lo hará si... (Manuel se detuvo bruscamente, intensamente ruborizado).
S: Vamos, vamos.  No te pares, continúa.  ¿Tú crees que ella se molestaría si supiera lo que intentas hacer? (le preguntó Sebastián directamente).  

La expresión divertida de Sebastián se había borrado de su cara.  Claro, justo lo que su abuela necesitaba.  Más problemas para su negocio.  Se inclinó sobre el escritorio, no sin antes apartar un delicado florero que contenía una sola rosa amarilla.

S: Mira, chico.  Si esto es algo que ella no aprobaría, ¿por qué obligarla a aceptarlo?
M: Es posible que no lo apruebe, pero lo aceptará como sea (respondió Manuel, desafiante).
S: Manuel, debes aceptar los hechos (lo amonestó Sebastián secamente).  Si no eres capaz de responder las preguntas no podré componer su perfil.  Así que o tú o ella tendrán que responder el cuestionario.  ¿Qué me dices?
M: ¿Cuáles son las otras preguntas? (preguntó Manuel disgustado).

Sebastián miró el formulario.

S: Sobre sus intereses generales, aficiones, cosas en que se siente fuerte y en las que se siente débil.  Tipo de personalidad.  Metas y ambiciones.  Y además se supone que tiene que hacer una descripción de sí misma.

La expresión de Manuel era de una total perplejidad.  Pero eso fue solo al principio.



Continuará….

2 comentarios:

  1. Ay...por favor, cómo me enganchas con tus historias!!!! Gracias!!!!

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