miércoles, 19 de febrero de 2014

Capítulo 7

Capítulo 7

C: Santo cielo, pensé que eras amigo de Manuel.
S: Y lo soy.
C: Pero él me dijo... yo pensé que...
S: Que era un chico.  Lo siento mucho.  Creo que ya podemos quitarte esto (dijo Sebastián deslizando sus manos por detrás de la cabeza de Carina.  Carina sintió una gran tentación de huir, pero en vez de hacerlo se quedó paralizada allí mismo.  Intentó rechazar el ridículo temor que se apoderaba de ella y rechazar también su atracción hacia ese hombre inquietante que ya conocía.  Tenía que ser por el fresco aroma silvestre que se desprendía de su cuerpo, ya que el resto no era demasiado atrayente.  Bueno, aparte de su figura, del color de los ojos y de su voz.
M: Sorpresa, mamá.  ¡Feliz cumpleaños! (le anunció Manuel con cara de felicidad).

Carina una vez libre de la venda, se dio cuenta de que había otras personas en la sala, además de Manuel y Sebastián.  Junto a su hijo había una hermosa anciana de pelo blanco.  Y en un rincón, un hombre y una mujer que la miraban con una intensidad que la incomodaba.

EE: Bienvenida, señora Zampini.  Soy Esperanza Estevanez, propietaria de la agencia La Rosa Amarilla.  Su hijo ha contratado nuestros servicios como un presente de cumpleaños para usted.
C: ¿Qué clase de servicios? (pregunto Carina intentando ocultar su molestia).
EE: Somos una agencia matrimonial.
C: Que sorpresa... más encantadora (balbuceó al tiempo que intentaba sonreír abiertamente, rezando para que su hijo no notara su horror).

En ese instante un flash de una cámara la obligó a parpadear.

S: Mantén la sonrisa (le sugirió Sebastián).  Ellos son periodistas.
C: ¿De quién fue la idea? (preguntó entre dientes).
S: De tu hijo.

Eso lo cambiaba todo.  Una sonrisa más natural apareció en su rostro y abrazó a Manuel con fuerza.

C: Gracias, cariño.
M: No te importa, ¿verdad, mamá?  Descubrí el anuncio en el periódico.  Es la Agencia Matrimonial La Rosa Amarilla.  ¿Te das cuenta?  Rosas amarilla.  Y aquí utilizan ordenador.

Eso explicaba el interés de Manuel.

C: No me digas.  Ordenadores, vaya.  Ya veo por qué te llamó la atención.  Muy científico.
M: No puedes perder.  Ahora la señora Esperanza va a introducir tus datos y luego veremos quién será tu acompañante.
EE: ¿Está lista? (le preguntó la anciana alzando una ceja).

Carina captó una nota de comprensión en la voz de Esperanza.  Al parecer, la jefa había captado su falta de entusiasmo.

C: Estoy lista (dijo con una sonrisa desconcertada).

Esperanza se acercó al ordenador y presionó una serie de teclas.  Un minuto más tarde la impresora empezó a funcionar y sacó una página inicial.

EE: Cielo santo!  Miren esto.  Ha encontrado una pareja que coincide con ella en un noventa y nueve por ciento.  No creo haber visto nunca que esto suceda en el primer intento.
M: ¿Quién es? (preguntó inquietante Manuel).  ¿Es el mejor candidato?
EE: Un noventa y nueve por ciento sugiere que es un excelente candidato.  No se puede conseguir algo mejor (confirmó Esperanza).
M: No lo sé.  Ese uno por ciento que falta podría ser un problema (objetó Manuel con el ceño fruncido).

La próxima página salía ya de la impresora.

EE: De acuerdo.  Aquí están los resultados.  Y el ganador es... (Los ojos azules de Esperanza se abrieron de par en par).  ¡Cielo santo!

La periodista y el fotógrafo se inclinaron sobre el hombro de Esperanza.

Periodista: ¿Qué dice? (la periodista arrancó la hoja de las manos de Esperanza y luego enarcó las cejas).  Sebastián Estevanez.  Esperen un minuto.  Conozco ese nombre.  Ah, es usted (dijo al fin volviéndose a Sebastián).

S: ¡Esperanza! ¿Qué demonios has hecho? (Sebastián le arrebató el papel a la periodista).  Esto no puede ser.  Debe haber un error.

Carina le echó un rápido vistazo.  Probablemente Sebastián tenía razón y había un error.  Esas cosas pasaban, especialmente en cuestiones de sistemas electrónicos como un ordenador.  Pero no, ahí estaba su nombre.

El actor, Sebastián Estevanez era en un noventa y nueve por ciento la pareja ideal para Carina Zampini.

S: Tiene que haber un error (repitió Sebastián).  Ni siquiera figuro en la base de datos del maldito ordenador.

Esperanza se aclaró la garganta.

EE: A decir verdad eso no es tan cierto.  Verás, te pusimos a modo de prueba y creo que se nos olvidó borrarte.
S: Bien, elige entonces al siguiente candidato.
EE: No hay otro.  Generalmente tenemos dos o tres más.  Pero en este caso solo hay uno.  Y eres tú.

Manuel sonrió muy contento.

M: Feliz cumpleaños, mamá.  Yo te lo compré (exclamó al tiempo que se volvía a Sebastián).  Él es tu regalo.

Continuará….


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