Capítulo 5
Experimento “Un Marido para Mamá”
Informe sobre el desarrollo de los acontecimientos
Sebastián Estevanez no estaba muy contento conmigo.
Dijo que yo tenía secretos y que sería mejor dejar el asunto.
Bueno, ¡claro que los tengo!
¿De qué otra manera podría conseguir un papá?
De todos modos prometió tener un hombre disponible
para el cumpleaños de mamá, que es mañana.
Y si esto no resulta tendré que echar a correr el Plan B.
¡Ojalá que no sea así!
Tengo que hacerme cargo de solucionar el problema de mamá,
ya que ella no se preocupa. Y en
eso estoy.
Organización del
procedimiento:
1. Llevar a mamá a la Agencia Matrimonial sin que se dé
cuenta.
2. Esperar que el ordenador haga su trabajo mágico.
3. Comprobar los datos estadísticos del candidato.
4. Asegurarse de que el tipo no sea un perdedor.
5. Convencer a mamá de que acepte.
2. Esperar que el ordenador haga su trabajo mágico.
3. Comprobar los datos estadísticos del candidato.
4. Asegurarse de que el tipo no sea un perdedor.
5. Convencer a mamá de que acepte.
CARINA revisó las
cifras por cuarta vez. ¿Qué diablos iba
a hacer?
Un mechón rizado
de sus cabellos rubios se le vino a la frente y ella lo apartó con una mano
temblorosa. Otra vez volvió a mirar su
libreta de cuentas. De acuerdo.
Decidió que
primero había que pagar la última cuota del ordenador de Manuel. Tenía que hacerlo porque ese ordenador era el
futuro de su hijo. Y si hablara con la
señora Walters y le explicara la situación tal vez la dueña del piso
consentiría en aplazar el pago del alquiler unos cuantos días más. Tal vez podría conseguirlo si la sobornaba con
otro ramo de sus escuálidos rosales.
De acuerdo. ¿Y qué más? La factura de la luz. Muy importante para el funcionamiento del
ordenador de Manuel. Y luego, la comida.
Tal vez Freddie podría darle algo de lo
que sobraba en el restaurante. Con eso
estiraría los centavos. Y podría
prescindir de los gastos extra. No más
café instantáneo. Podría saltarse el
almuerzo. No tenía que enfermar, ni
volver a torcerse los tobillos.
M: Todo bien,
mamá?
Carina se esforzó
por sonreír.
C: Muy bien,
cariño. ¿Por qué me lo preguntas?
M: Porque ahora
tus ojos tienen un color más oscuro y cuando te ríes se ven más claros (respondió
sentado al borde de la silla de la cocina). ¿Cuál es el problema?
C: Nada, corazón.
Todo va bien. De veras.
(Carina se ordenó a sí misma “Sonríe. Piensa en algo bonito”).
De inmediato a
Carina se le viene a la mente el momento en que había dado a luz a su hijo. Incluso entonces había demostrado una intensa
curiosidad que más tarde conformaría su temperamento. La había observado con sus grandes ojos marrones
y en ese instante su corazón le había dicho que haría cualquier cosa por él...
que sacrificaría todo por él. El niño
había sido su única luz en estos últimos meses de temor y desesperación. Manuel había hecho que la vida de ella valiera
la pena y ese solo pensamiento calmó su tensión.
C: Y ahora ¿qué
ves?
M: Vaya! Se han vuelto color marrón claro otra vez (comentó).
¿No te olvidarás de lo de mañana, no? Es necesario que te escapes del trabajo un par
de horas y así podré entregarte mi sorpresa de cumpleaños.
Ella frunció el
ceño al tiempo que señalaba libro de las cuentas.
C: No lo sé, Manuel...
M: Má, me lo
prometiste. Por favor.
C: Y una promesa
es una promesa (concedió Carina con un suspiro). De acuerdo, cariño. Hablaré con Freddie.
Y con la señora
Walters y con los de la compañía eléctrica. Todos comprenderían. Carina respiró hondo. No había otra alternativa. Ellos tendrían que comprender.
Mientras en la Agencia
Matrimonial, Sebastián habla con su abuela.
S: Él quiere un
padre.
Esperanza Estevanez,
abuela de Sebastián, asintió.
EE: Todos los
niños quieren un padre. ¿Es eso tan
malo?
Sebastián, que
estaba apoyado en uno de las columnas de la oficina de su abuela, se volvió
hacia ella que estaba sentada al fondo, en una butaca acojinada, su lugar
favorito.
S: No para Manuel.
Pero dudo que Carina Zampini piense lo
mismo. Me dio la impresión que está
decepcionada de los hombres. ¿Qué
pasaría si te arma un escándalo por haber alentado la idea del chico?
EE: Te pareció
que es una mujer escandalosa.
Sebastián frunció
el ceño. No. Intuía que Carina era una mujer de buen
corazón, devota de su hijo.
S: No. Ella irá a la cita con el candidato que el
ordenador le seleccione. No le gustará
para nada, pero lo hará por su hijo.
EE: Entonces,
problema resuelto.
S: No está
resuelto, Esperanza (dijo con el ceño fruncido).
Sebastian no
sabía bien por qué se implicaba tanto en el caso de Carina Zampini y su hijo
Manuel. Tenía trabajo más que suficiente
esperándolo. Un trabajo agradable,
enérgico. Un tipo de trabajo que no daba
lugar a pensamientos relacionados con melocotones de Haedo y niños. Pero Esperanza prácticamente lo había criado. Nunca podría compensarla por todo lo que le
debía. Así que invertía dinero en la
empresa y periódicamente estaba al tanto de las finanzas de la Agencia, como
una pequeña demostración de su gratitud y cariño hacia su abuela.
S: Me pregunto si
es prudente alentar los proyectos del chico a sabiendas de que a la madre no le
interesa el asunto.
EE: Es posible
que encuentre al hombre de sus sueños (replicó Esperanza complaciente al tiempo
que comenzaba a mecerse). Eso es
exactamente lo que hacemos aquí, Sebastián.
Disgustado, dejó
escapar un suspiro.
S: No participará
Wanda en la selección, ¿verdad? Odio que
hagas eso.
EE: No te metas
con ella. Es la mejor colaboradora que
tenemos (replicó Esperanza con una risita).
S: Eso habría que
discutirlo.
EE: Wanda es una
romántica. Pero no olvides que en
nuestra propia familia también hay leyendas románticas.
S: Abuela, no empieces
con eso de nuevo (le advirtió Sebastián).
EE: Eres el
hombre más cabezota que he visto en mi vida. ¿Crees que te habría hablado sobre la leyenda
del Beso si yo misma no lo creyera? ¿Por
quién me tomas? ¿Por una vieja chiflada?
(preguntó enfadada).
S: Sí, niña vieja
(Sebastián le dijo al tiempo que se sentaba junto a ella en el brazo de la
amplia y mullida butaca y le pasaba un brazo sobre los hombros). Sospecho que estás a punto de verte en una
habitación acolchada y con un enorme guardián llamado Luis.
EE: Vamos, que
hablo en serio. El hecho de que aún no
hayas besado a la mujer adecuada no significa que no exista la persona ideal
para ti.
S: Solo un beso y
lo sabré (se burló Sebastián). Me has
estado contando esa historia desde que era un bebé.
EE: Y entonces
sabrás que ese es el verdadero amor. Sí,
señor, así será. Le sucedió a tus
padres, a tus abuelos, a tus bisabuelos. A todos. El asunto es que tú has tardado más que
nosotros. Pero a ti te ocurrirá también
(declaró Esperanza con un enérgico gesto de asentimiento).
S: Me parece que
hablábamos de la situación sentimental de Carina Zampini. ¿La periodista todavía merodea por ahí?
EE: Estaba
intrigada con el jovencito Manuel, especialmente por el hecho de que le hayamos
permitido comprar una cita por solo veinte dólares.
S: Así que la
periodista hará un seguimiento de todas las citas que organice la agencia?
EE: Posiblemente.
S: Y si Carina
rechaza los candidatos que seleccione el ordenador?
Sebastián solo
quería cumplir con Manuel y evitar que cualquier noticia saliera a la luz
pública.
EE: ¿Por qué no
te preocupas a su debido tiempo?
Algo en el tono
de su abuela lo obligó a escrutarla con su mirada de lince. Su voz era demasiado... complaciente.
S: Soy realista. El matrimonio de Carina Zampini fue un
fracaso. Y ha rechazado desde entonces a
todos los pretendientes que se le han acercado, según dijo Manuel. Por eso el chico decidió intervenir en el
asunto.
EE: Deja de ser
tan lógico. Estás pensando con la cabeza
y lo que importa es el corazón, que es nuestro negocio, ¿verdad? Para eso nos han contratado. ¿Por qué no le das una oportunidad a la
agencia antes de decidir que el asunto no funcionará?
S: Quizás estaría
más dispuesto si no hubiese sabido que tu querida Wanda se dedicaba a emparejar
a la gente por su cuenta, prescindiendo del ordenador.
EE: No me puedes
negar que su éxito ha sido fenomenal.
S: No lo niego,
pero no olvides que legalmente La ROSA AMARILLA es una agencia matrimonial sistematizada.
EE: Eso es un
detalle. Lo que importa es que la
agencia se encarga de emparejar a las personas y que todos los encuentros han
terminado en boda. ¿Qué te hace pensar
que este no acabará igual?
S: Porque Carina
Zampini está asustada.
EE: Entonces
tendremos que escoger a alguien que le quite el miedo con mucha delicadeza, ¿no
te parece?
Continuará….
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