Capítulo 2
Experimento
“Un Marido para Mamá”
Lista de Asuntos
a Realizar
Objetivo Principal: Encontrar al hombre perfecto.
Tareas a realizar para lograr el
objetivo principal:
1. Ver anuncios.
2. Revisar los horarios de mamá.
3. Conseguir contrato o acuerdo para prestación de servicios.
4. Preparar una lista de experimentos «amorosos»
2. Revisar los horarios de mamá.
3. Conseguir contrato o acuerdo para prestación de servicios.
4. Preparar una lista de experimentos «amorosos»
Manu se detuvo
frente a un edificio de dos pisos pintado de un brillante tono amarillo con un
gran letrero que decía “Agencia Matrimonial La Rosa Amarilla”.
Manu pensó al ver
el letrero “Rosa Amarilla, qué cursi! Pero
a mamá le encantaría”».
Manu al
contemplar la valla de tablas de colores blanco y amarillo con un buzón muy
femenino, cubierto de rosas pintadas, Manuel sintió que detestaba aquel lugar. El aspecto del edificio lo hacía sentirse aún
más desplazado que cuando entró por primera vez en la clase de octavo grado y
todos lo miraron como si fuera un bicho raro.
Con un hondo
respiro abrió la puerta de la entrada del edificio, cruzó la recepción y empujó
la puerta principal de la oficina que ocupaba la Agencia Matrimonial. Para su sorpresa aquello no parecía una
oficina sino un verdadero hogar. En
medio del vestíbulo de la oficina había una mesa con un inmenso arreglo floral de
Rosas color amarillas cuyo intenso perfume le hizo arrugar la nariz.
Después de mirar
a su alrededor descubrió una habitación en la que había un escritorio con una
placa donde se leía «Recepcionista».
Una anciana se
encontraba detrás de la mesa, ocupada con la impresora de un ordenador. Cerca de ella cuchicheaban un hombre con una
cámara fotográfica y una mujer con un cuaderno de notas en la mano.
Manuel apretó las
mandíbulas. Acto seguido sacó del
bolsillo un puñado de billetes y monedas que puso con gesto decidido sobre el
cristal que cubría el escritorio. Eran un
total de veinte dólares con ochenta y cuatro centavos. Los ahorros de toda su vida.
M: Quiero comprar
todas las citas posibles con este dinero (anunció en voz alta).
El hombre y la
mujer dejaron de cuchichear y observaron a Manu con súbito interés.
La recepcionista
se apartó del ordenador y se acercó al joven.
Recep: ¿No serás
muy joven para estas cosas, hijito? (le preguntó la señora con una ceja
arqueada y sus azules ojos clavados en los de Manuel).
Manuel se metió
la mano al bolsillo y sacó un anuncio cuidadosamente doblado.
M: Es para mi
mamá. Ella necesita una pareja y yo
quiero lo mejor que tengan (Manuel le informó aún con las mejillas rojizas). Me gustaría esta oferta especial “Fiesta de
San Antonio” (agregó al tiempo que le enseñaba el anuncio).
Recep: ¿Sabe tu
madre que estás aquí?
M: No. Es un regalo de cumpleaños. Y quiero darle una sorpresa (explicó con el
ceño fruncido).
Recep: No dudo
que será una sorpresa (replicó examinándolo con toda atención).
Manuel le sostuvo
la mirada. Tras una larga pausa, por fin
la expresión de la anciana se relajó en una amplia sonrisa de satisfacción lo
que calmó a Manuel.
M: ¿Y bien?
Le preguntó Manuel
impasible al tiempo que un flash le iluminaba la cara.
La anciana caminó
por el pasillo que conducía al interior de la Agencia Matrimonial.
Recep: ¿Sebastián?
Necesito que me ayudes (la anciana mujer
lo llamó).
Un minuto más
tarde se abría una puerta y un hombre alto y fornido con piel bronceada por el
sol entraba en la habitación.
S: ¿Abuela, qué
sucede? (preguntó Sebastián con una voz que retumbaba como una tormenta lejana).
Recep: El es mi
nieto (le explicó la señora en voz baja a Manuel). Él se encargará de ti y de tu mamá.
M: Sí (dijo Manuel
que tuvo que hacer un enorme esfuerzo para evitar salir huyendo de la agencia y
de aquel hombre que ya reconocía como el actor que participaba en la publicidad
de la Agencia Matrimonial. Manuel solo
esperaba que Sebastián no se burlara de él).
Recep: Sebastián,
te agradecería que te encargaras de prepararle a este jovencito la oferta
especial de Fiesta de San Antonio. Wanda
y María fueron a comer y yo estoy ocupada con unas cuentas. Por favor, ayúdalo a completar el formulario de
Personalidad para su madre.
S: Pero Abuela (protestó
Sebastián al tiempo que sus ojos de un marrón oscuro se desviaban desde su
abuela para clavarse en los de Manuel).
Recep: No será
difícil, Sebastián (dijo la anciana al tiempo que le entregaba un voluminoso
formulario). Utiliza mi oficina. Que el chico conteste las preguntas lo mejor
que pueda. Cuando hayas terminado
pondremos la información ofrecida de su madre en la base de datos y veremos con
quién es compatible y así podemos emparejarla.
M: Necesito un
buen candidato (dijo Manuel con decisión). El mejor que tengan. Vamos allá (agregó al tiempo que observaba a Sebastián
de arriba abajo, asombrado por su imponente altura y sus enormes manos y pies).
Sebastián abrió
la marcha por el pasillo hacia la oficina de su abuela, mientras Manuel caminaba
detrás de él. Por fin llegaron al
despacho de Esperanza.
S: Toma asiento (le
ordenó Sebastián mientras se acomodaba en un asiento junto a un ordenador que
ocupaba casi la mitad de la superficie del escritorio).
M: ¿Por qué no
quiere ayudarme? (preguntó Manuel al fin).
S: Yo no trabajo
aquí.
M: ¿Por qué
entonces la señora...?
S: Se llama Esperanza
Estevanez. Es la dueña de la agencia. Yo soy su nieto. Me encargo de la publicidad del negocio. Más bien soy el “spokeman” o actor en los
anuncios publicitarios de la Agencia. Hoy estoy de visita (explicó con una sonrisa).
M: ¿Para qué me
sacó una foto ese tipo?
S: Son unos
periodistas que han venido para hacer un reportaje sobre la agencia. Y al parecer encontraron que tu historia es
muy interesante.
M: “Lo que me
faltaba” (pensó). Espero no aparecer en
los periódicos o en alguna revistas amarillista. Se supone que esto es una sorpresa.
S: Yo me
encargaré de que no suceda.
Había algo sólido
y formal en la palabra de Sebastián. Súbitamente Manuel sintió que Sebastián era
una persona digna de confianza.
S: Bueno, ahora
vamos a completar la información requerida de este formulario. Aunque me temo que la mayoría, si no, todas
las preguntas son personales.
M: No hay
problema. Conozco muy bien a mi mamá y
sé lo que quiere.
Los expresivos
ojos marrones de Sebastián se posaron en Manuel cortantes y directos como un
rayo láser. Manuel de inmediato sospechó
que Sebastián no era un hombre fácil de engañar. Así que tendría que actuar correctamente.
M: Además seré
demasiado directo y conciso en mis contestaciones si eso es lo que le preocupa (agregó
al notar que la oscura mirada no se apartaba de sus ojos).
Para su alivio
los ojos de Sebastián se tornaron más suaves.
S: ¿Cómo te llamas,
chico?
M: Manuel Arce. Y antes de que se moleste en preguntarlo,
tengo trece años (respondió bastante más aliviado).
S: Yo soy Sebastián,
Sebastián Estevanez y tengo treinta y siete años (dijo al tiempo que tomaba un
bolígrafo). Y ahora a trabajar.
Continuará….
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