sábado, 15 de febrero de 2014

Capítulo 2

Capítulo 2

Experimento “Un Marido para Mamá”
Lista de Asuntos a Realizar

Objetivo Principal:     Encontrar al hombre perfecto.

Tareas a realizar para lograr el objetivo principal:
1.  Ver anuncios.
2.  Revisar los horarios de mamá.
3. Conseguir contrato o acuerdo para prestación de servicios.
4.  Preparar una lista de experimentos «amorosos»
 
Manu se detuvo frente a un edificio de dos pisos pintado de un brillante tono amarillo con un gran letrero que decía “Agencia Matrimonial La Rosa Amarilla”.

Manu pensó al ver el letrero “Rosa Amarilla, qué cursi!  Pero a mamá le encantaría”».

Manu al contemplar la valla de tablas de colores blanco y amarillo con un buzón muy femenino, cubierto de rosas pintadas, Manuel sintió que detestaba aquel lugar.  El aspecto del edificio lo hacía sentirse aún más desplazado que cuando entró por primera vez en la clase de octavo grado y todos lo miraron como si fuera un bicho raro.

Con un hondo respiro abrió la puerta de la entrada del edificio, cruzó la recepción y empujó la puerta principal de la oficina que ocupaba la Agencia Matrimonial.  Para su sorpresa aquello no parecía una oficina sino un verdadero hogar.  En medio del vestíbulo de la oficina había una mesa con un inmenso arreglo floral de Rosas color amarillas cuyo intenso perfume le hizo arrugar la nariz.

Después de mirar a su alrededor descubrió una habitación en la que había un escritorio con una placa donde se leía «Recepcionista».

Una anciana se encontraba detrás de la mesa, ocupada con la impresora de un ordenador.  Cerca de ella cuchicheaban un hombre con una cámara fotográfica y una mujer con un cuaderno de notas en la mano.

Manuel apretó las mandíbulas.  Acto seguido sacó del bolsillo un puñado de billetes y monedas que puso con gesto decidido sobre el cristal que cubría el escritorio.  Eran un total de veinte dólares con ochenta y cuatro centavos.  Los ahorros de toda su vida.

M: Quiero comprar todas las citas posibles con este dinero (anunció en voz alta).

El hombre y la mujer dejaron de cuchichear y observaron a Manu con súbito interés.

La recepcionista se apartó del ordenador y se acercó al joven.

Recep: ¿No serás muy joven para estas cosas, hijito? (le preguntó la señora con una ceja arqueada y sus azules ojos clavados en los de Manuel).

Manuel se metió la mano al bolsillo y sacó un anuncio cuidadosamente doblado.

M: Es para mi mamá.  Ella necesita una pareja y yo quiero lo mejor que tengan (Manuel le informó aún con las mejillas rojizas).  Me gustaría esta oferta especial “Fiesta de San Antonio” (agregó al tiempo que le enseñaba el anuncio).
Recep: ¿Sabe tu madre que estás aquí?
M: No.  Es un regalo de cumpleaños.  Y quiero darle una sorpresa (explicó con el ceño fruncido).
Recep: No dudo que será una sorpresa (replicó examinándolo con toda atención). 

Manuel le sostuvo la mirada.  Tras una larga pausa, por fin la expresión de la anciana se relajó en una amplia sonrisa de satisfacción lo que calmó a Manuel.

M: ¿Y bien?  

Le preguntó Manuel impasible al tiempo que un flash le iluminaba la cara.

La anciana caminó por el pasillo que conducía al interior de la Agencia Matrimonial.

Recep: ¿Sebastián?  Necesito que me ayudes (la anciana mujer lo llamó).

Un minuto más tarde se abría una puerta y un hombre alto y fornido con piel bronceada por el sol entraba en la habitación.

S: ¿Abuela, qué sucede? (preguntó Sebastián con una voz que retumbaba como una tormenta lejana).
Recep: El es mi nieto (le explicó la señora en voz baja a Manuel).  Él se encargará de ti y de tu mamá.
M: Sí (dijo Manuel que tuvo que hacer un enorme esfuerzo para evitar salir huyendo de la agencia y de aquel hombre que ya reconocía como el actor que participaba en la publicidad de la Agencia Matrimonial.  Manuel solo esperaba que Sebastián no se burlara de él).

Recep: Sebastián, te agradecería que te encargaras de prepararle a este jovencito la oferta especial de Fiesta de San Antonio.  Wanda y María fueron a comer y yo estoy ocupada con unas cuentas.  Por favor, ayúdalo a completar el formulario de Personalidad para su madre.
S: Pero Abuela (protestó Sebastián al tiempo que sus ojos de un marrón oscuro se desviaban desde su abuela para clavarse en los de Manuel).
Recep: No será difícil, Sebastián (dijo la anciana al tiempo que le entregaba un voluminoso formulario).  Utiliza mi oficina.  Que el chico conteste las preguntas lo mejor que pueda.  Cuando hayas terminado pondremos la información ofrecida de su madre en la base de datos y veremos con quién es compatible y así podemos emparejarla.
M: Necesito un buen candidato (dijo Manuel con decisión).  El mejor que tengan.  Vamos allá (agregó al tiempo que observaba a Sebastián de arriba abajo, asombrado por su imponente altura y sus enormes manos y pies).

Sebastián abrió la marcha por el pasillo hacia la oficina de su abuela, mientras Manuel caminaba detrás de él.  Por fin llegaron al despacho de Esperanza.

S: Toma asiento (le ordenó Sebastián mientras se acomodaba en un asiento junto a un ordenador que ocupaba casi la mitad de la superficie del escritorio).
M: ¿Por qué no quiere ayudarme? (preguntó Manuel al fin).
S: Yo no trabajo aquí.
M: ¿Por qué entonces la señora...?
S: Se llama Esperanza Estevanez.  Es la dueña de la agencia.  Yo soy su nieto.  Me encargo de la publicidad del negocio.  Más bien soy el “spokeman” o actor en los anuncios publicitarios de la Agencia.  Hoy estoy de visita (explicó con una sonrisa).
M: ¿Para qué me sacó una foto ese tipo?
S: Son unos periodistas que han venido para hacer un reportaje sobre la agencia.  Y al parecer encontraron que tu historia es muy interesante.
M: “Lo que me faltaba” (pensó).  Espero no aparecer en los periódicos o en alguna revistas amarillista.  Se supone que esto es una sorpresa.
S: Yo me encargaré de que no suceda.

Había algo sólido y formal en la palabra de Sebastián.  Súbitamente Manuel sintió que Sebastián era una persona digna de confianza.

S: Bueno, ahora vamos a completar la información requerida de este formulario.  Aunque me temo que la mayoría, si no, todas las preguntas son personales.
M: No hay problema.  Conozco muy bien a mi mamá y sé lo que quiere.

Los expresivos ojos marrones de Sebastián se posaron en Manuel cortantes y directos como un rayo láser.  Manuel de inmediato sospechó que Sebastián no era un hombre fácil de engañar.  Así que tendría que actuar correctamente.  

M: Además seré demasiado directo y conciso en mis contestaciones si eso es lo que le preocupa (agregó al notar que la oscura mirada no se apartaba de sus ojos).

Para su alivio los ojos de Sebastián se tornaron más suaves.

S: ¿Cómo te llamas, chico?
M: Manuel Arce.  Y antes de que se moleste en preguntarlo, tengo trece años (respondió bastante más aliviado).
S: Yo soy Sebastián, Sebastián Estevanez y tengo treinta y siete años (dijo al tiempo que tomaba un bolígrafo).  Y ahora a trabajar.  

Continuará….

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