sábado, 8 de marzo de 2014

Capítulo 29


Capítulo 29

En la escuela:
El Director Luis Ponce había hecho buscar a Manuel a la Oficina del Principal, luego de que la Profesora de Ciencias de octavo grado, la señora López le informara el tema del proyecto de Ciencias del chico. 
Ellos encontraron fuera de lugar el mismo.  De inmediato el Director, mediante su secretaria, le avisó a Carina la urgencia de reunirse con ella.

Apenas Sebastian y Carina llegaron a la escuela los hicieron pasar a un salón de conferencias.  Unos minutos más tarde, entraba el director con una mujer que les presentó como la señora López, la profesora de Ciencias de octavo grado.

D: Gracias por haber venido cuanto antes (dijo el director al tiempo que le estrechaba la mano a Sebastián y luego a Carina).  Soy Luis Ponce, Director de la Escuela Superior Santa Marta.
C: ¿Ha hecho algo malo mi hijo? (Carina fue incapaz de contenerse más tiempo).

El director y la profesora intercambiaron una mirada de circunstancias.

SL: Se trata de su proyecto de ciencias para la Feria Científica (explicó la señora López).  Ya que también nuestro programa de estudios contempla trabajos de ese tipo, quise leerlo.
C: ¿Un proyecto científico?  ¿Y qué desea hacer mi hijo este año?  ¿Un experimento genético, curar el cáncer o algo así? (preguntó Carina con una sonrisa de alivio).
PL: No, no exactamente (dijo la profesora con el ceño fruncido).  He enviado a buscar a Manuel.  Espera en la oficina, porque antes quería conversar con ustedes.  La verdad es que no sé cómo decirlo de otra manera, pero me temo que el objetivo del proyecto científico de Manuel consiste en que usted, señor Estevanez, se case, con la Señora Zampini.  Diría que se trata de un... experimento amoroso, por llamarlo así.

Sebastián maldijo entre dientes.  Desde luego que era eso.  Así se explicaban todas aquellas ingeniosas estrategias y trampas que Manuel había realizado con premeditación.  El amor... como un asunto de lógica experimental.

D: Naturalmente creo que usted, Señora Zampini no lo aprobará (dijo el señor Ponce).
C: Se equivoca, realmente cuenta con toda mi aprobación.

Lo que Sebastián no aprobaba era el modo en que ambos profesores miraban a Carina.  Como si hubiera mal educado a su hijo.

PL: Tal vez usted no alcanza a comprender la magnitud de las intenciones de su hijo (dijo la Profesora López al tiempo que abría una carpeta).  De acuerdo a la Introducción incluida en el proyecto de Ciencias, él se presentó a la agencia matrimonial “La Rosa Amarilla” con la expresa intención de encontrar...
S: Un padre (interviene Sebastián).  Lo sé desde el principio.  Mi abuela y yo somos los propietarios de dicha agencia.  Yo estaba allí el día que llegó Manuel.

El señor Ponce alzó una ceja.

D: ¿Y usted aprueba ese tipo de manipulación?

Sebastián se inclinó sobre la mesa, mirándolos de frente.  Quería que supieran que hablaba con toda seriedad.

S: Miren, yo aceptaría cualquier condición para que la madre de Manuel se casara conmigo.

Muy agitados ambos profesores se volvieron a Carina.

PL: ¿Usted se da cuenta que todo fue producto de la maquinación de un muchachito de trece años?  Él fue el causante de que la echaran del apartamento, señora Zampini.  También desconectó la batería de su coche para dejarla a merced del señor Estevanez.  Manuel, bueno… desmontó los largueros de su cama (terminó la profesora, ruborizada hasta la raíz de los cabellos).
C: Sí, de acuerdo.  Pero lo único que quería Manuel es que Sebastián fuera a rescatarme.  Como un caballero andante, usted me entiende.
D: Si usted lo dice (opinó el director dudoso).

Y entonces fue Carina la que se ruborizó.

C: Oiga.  Si es solo un jovencito de trece años.  Manuel no pensaba en... él no intentaba..., bueno, usted ya me entiende (balbuceó).  No era un asunto de cama... era una misión de rescate.
PL: Veamos lo del apartamento.  ¿Tampoco le importa? (inquirió la profesora López.
C: Se equivoca, nos echaron a causa de Miss Mopsey.
PL: Sí, la perrita.  Ya lo sé (dijo la profesora ajustándose las gafas al tiempo que se inclinaba sobre los papeles).  Escuche, por favor.  El asunto del perro forma parte del Plan B.  Dice literalmente: “Hay que pasar delante de la puerta de la señora Walters haciendo mucho ruido. Espero que nos oiga...”.  Desgraciadamente para usted, así fue.
S: ¿Todo esto es realmente necesario? (preguntó Sebastián).  Si Carina hubiera entrado a hablar con la señora Walters habría sabido que no la obligaba a marcharse esa misma noche.  Doris le hubiera dado tiempo a encontrar otra casa.
C: Y tú, ¿cómo lo sabes?  ¿Cómo sabes su nombre?

Sebastián se encogió de hombros, arrepentido.  Había hablado más de la cuenta.

S: Pensé que no era justo que los hubieran echado de la casa en plena noche.  Así que cuando fui a recoger tu coche hablé con ella.
PL: Ah, sí.  El coche (continuó la señora López al tiempo que examinaba más papeles).  No se estropeó a causa de...  Aquí lo tenemos.  A causa de un calibrador.
D: ¿Un Calibrador?  ¿Y qué es eso? (preguntó el director sorprendido).
S: Sí, ya lo sé (dijo Sebastián).  Los cables de la batería estaban desconectados.

Carina se volvió hacia él.

C: Sebastián ¿Tú lo sabías?  ¿Lo sabías y no me dijiste nada?
S: Recuerda que rechazaste mi ayuda (replicó a la defensiva).  Dijiste que tu hijo podía repararlo.  Si te hubieras molestado en preguntar, yo te habría explicado qué le ocurría verdaderamente a ese trasto.
C: Querías llevarnos a tu casa.  Por eso mentiste.
D: Bueno, volviendo a lo que nos interesa (interrumpió el director).  ¿Por qué no aclaramos el asunto de la zorrilla en la cabaña?
C: No intenten convencerme de que Manuel también es el responsable porque me niego a creerlo.  No pudo haber encontrado una zorrilla y haberla metido en la cabaña en el poco tiempo que estuvimos en casa de Sebastián.
D: La verdad es que no existió tal zorrilla, señora.  Su hijo puso en la cabaña unos productos químicos que huelen igual que la orina de ese animal.
S: Pero no hubo ningún daño (insistió Sebastián).  Mantuve una larga conversación con el muchacho y luego hice que limpiara la cabaña de arriba abajo.
C: Así que tú sabías todas esas cosas y nunca me las dijiste (exclamó Carina airada).
S: Pensé que tú te habías dado cuenta de que algo pasaba.  ¿Te acuerdas cuando nos quedamos sin gasolina?  Te dije que había sido Manuel y decidiste que teníamos que ignorarlo.
C: Soy su madre.  Debiste habérmelo contado todo desde el principio.
S: ¿Y darte una excusa para que te marcharas?  ¡Maldición!  Si yo hubiera traicionado al chico, tú ya estarías en Córdoba.
C: ¡Pero prometiste ser honesto conmigo!
D: Ya entiendo qué sucedió.  Manuel ideó todos esos incidentes a instancias del señor Estevanez (sugirió el director).
S: Eso no es lo que realmente sucedió (explotó Sebastián con una mirada furibunda al Director).  Ahí es donde usted se equivoca.  Este niño busca desesperadamente un padre.  Y a su inequívoca manera decidió hacer algo.  Dada la forma en que funciona su mente, planificó sus acciones de una manera metódica, utilizando la lógica y la inteligencia con el propósito de...
D: Manipular a las personas, señor Estevanez.  Reconozca que usted ha respaldado todo este asunto para proteger a su abuela y a los intereses comerciales que ambos comparten, pero deberá estar de acuerdo conmigo que esa no es la manera más apropiada (lo amonestó el director).
C: Perdone, ¿pero quiere repetir lo que ha dicho? (intervino Carina).
S: No estoy haciendo esto en beneficio de la empresa de mi abuela (interrumpió Sebastián duramente).  Ya le dije por qué lo hago.
D: ¿Está seguro?  Manuel nos habló de los periodistas que se encontraban en la agencia el día que fue allí a solicitar el servicio.  Ellos han estado haciendo una crónica de sus aventuras.  ¿Sabían ustedes que Manuel les ha estado enviando constantemente informes acerca del progreso de sus relaciones sentimentales? (les informó el director).
S: No, no lo sabía (respondió Sebastián súbitamente inseguro).
C: ¿Pero de qué hablan? (preguntó Carina al borde de perder la paciencia).
S: Espera un poco amor, ya te lo explicaré.
D: Y no olvide decirle la importancia de esa crónica para el futuro de la agencia matrimonial La Rosa Amarilla.  Eso será un espaldarazo publicitario para la empresa.
C: No es necesario que me expliques nada, Sebastián.  Ya lo entiendo.  ¿Por eso te enfadaste tanto cuando el ordenador nos emparejó?  Con los periodistas como testigos no tenías más alternativa que aceptar salir conmigo.
S: De acuerdo.  En ese momento no tuve otra alternativa.  Pero luego algo sucedió y tú lo sabes bien.  Pero quiero asegurarte que no sabía nada sobre el dichoso artículo ni de la relación de Manuel con los periodistas.
C: O sea que lo nuestro es producto de una manipulación de Manuel (comentó Carina con la cabeza baja).
S: ¡Maldición! (rugió Sebastián).  Nos besamos.  ¿Recuerdas eso?  Yo sí que lo recuerdo porque me llegó muy hondo, aunque tú no hubieras sentido nada.  Además recuerda como nos amamos las pasadas noches… (El director lo interrumpe dándole una mirada de absoluto reproche).
D: Señor Estevanez, por favor.  No olvide que este es un centro educativo.

Sebastián intentó controlarse.

S: ¿Dónde está el chico?  Por favor mándelo buscar.  Nos vamos antes de que usted siga hurgando en mi intimidad.
C: Sí (confirmó Carina con tranquila firmeza).  Nos vamos.
S: No acabo de creer tal maravilla (murmuró Sebastián).  Al fin estás de acuerdo conmigo en algo.
C: Claro que estoy de acuerdo, Sebastián.  Marcharnos es una buena idea (dijo con una amarga sonrisa).  Siento mucho lo del proyecto científico, señora López.  Haré que Manuel piense en otro durante nuestro viaje a Córdoba (agregó con una dulce sonrisa).
S: Tú no vuelves a Córdoba (advirtió Sebastián con los dientes apretados).  Por si lo has olvidado estamos comprometidos.
D: Pienso que este no es el lugar adecuado para discusiones personales (Le observó prudentemente el director).
S: Tiene razón, señor Ponce (dijo Sebastián volviéndose a él).  Pero quiero que sepan que no solo apruebo el experimento de Manuel, sino que estoy muy orgulloso de él.  Él quiere un padre, una familia unida.  Lo que nunca ha tenido en su vida.  ¿Entonces mejor razón podría ser más valiosa para un niño que esa?  Si en este mundo enloquecido ese no es el proyecto científico más inteligente, ingenioso y práctico que un chico desesperado intente emprender para alcanzar la felicidad, es que no entiendo nada.  Y le diré otra cosa más.  Voy a hacer que su experimento se vea coronado como el mejor (agregó al tiempo que cogía la mano de Carina).  De hecho, me voy a asegurar de que obtenga una excelente nota por su trabajo.

Carina lo miraba con las lágrimas rodando por sus mejillas.  Cuando salieron del salón de conferencias seguidos por el director, Manuel ya se acercaba.

M: ¿Nos vamos, verdad?  Pero volveremos.  Tome, señor Ponce.  Esto es para usted (dijo al tiempo que le entregaba un abultado sobre…).  Es otro proyecto científico.  Creo que a usted y a la señora López les gustará.  Se trata de la erosión del suelo, de la irrigación y algunas sugerencias técnicas para obtener agua suficiente y no padecer sequías.  No es el que quería hacer porque ahora no me importa nada sino mamá (agregó con una sonrisa temblorosa).  Solo intentaba que ella fuera feliz.  Y de paso, tener un buen padre.

La señora López miró al director y luego dejó escapar un hondo suspiro.

PL: Concédanos un día para discutir el asunto más a fondo, señor Estevanez.  Pienso que puede haber algo muy valioso en lo que usted y Manuel han dicho.
S: Muy bien.  Aprecio su buena intención, Profesora.  Hasta luego (dijo Sebastián al tiempo que le tendía la mano al director y luego a la profesora).

Acto seguido salió apresuradamente del establecimiento con los brazos sobre los hombros de Carina y de Manuel.

C: Sebastián, me ha conmovido lo último que le dijiste al director.  Pero, ¿por qué me mentiste? (preguntó Carina aún con los ojos llenos de lágrimas).
S: Omitir no es mentir, Carina.  No te conté las trampas de Manuel, porque realmente no sabía lo que tramaba en el fondo.  Cuéntaselo tú, Manuel (pidió al tiempo que le daba un codazo).
M: Mamá, nunca le dije a Sebastián que trabajaba en un experimento científico.  De veras.  El se figuró que yo deseaba un papá, pero pensó que todas mis trampas se debían a mi ingenio, y nada más.
S: Carina, perdóname.  Sé que debí haberte contado lo del apartamento y lo del coche y lo de la zorrilla.  Lo admito.  Pero sabía que el muchacho no quería hacer daño a nadie y eso me daba una buena oportunidad para cortejarte.  Sé que es una palabra pasada de moda pero traduce exactamente mis intenciones hacia ti.
C: ¿Entonces la razón para salir conmigo no fue la necesidad de proteger los intereses económicos de la agencia? (preguntó mirándolo a los ojos con una sonrisa temblorosa).
S: ¡Demonios!, ¡Que testaruda es la mujer que amo!  ¿Cómo puedo convencerte?  ¿Qué más quieres que te diga que no te haya dicho ya?

Manuel no podía creer lo que oían y miraban sus oídos y sus ojos.  El veía una complicidad amorosa entre Sebastián y su madre.  Estaba seguro que su plan había dados los mejores resultados.  Sabía que Sebastian amaba a su madre pero quedo sorprendido ante las palabras de Carina.
C: Tranquilo, mi amor.  Me has convencido.  Te quiero.  Y confío en ti.  Pongo en tus manos no solo mi vida sino la de mi hijo también (declaró al tiempo que se abrazaba a él).
S: ¿Y cuándo te vas a casar conmigo?
C: De inmediato.  Tan pronto como consigamos la licencia.
S: ¿Y dónde vamos a vivir?
C: Dónde tú quieras.  Pero deseo que sea en el rancho más precioso de todo Buenos Aires.

Él se inclinó para besarla pero al profundizar en el beso, Manuel se acercó a ambos y los abrazó.

Fue durante el trayecto de vuelta al rancho cuando Carina finalmente se convenció de la verdad.  Y la verdad era que volvía al hogar.  Al hogar donde pertenecía.


Continuará…

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