viernes, 7 de marzo de 2014

Capítulo 28


Capítulo 28

Experimento “Un Marido para Mamá”
Informe sobre el desarrollo de los acontecimientos

He vuelto al colegio.  Mamá me ha matriculado en esta escuela cerca del rancho de Sebastián.  Pero hay un gran problema.  Alguien del otro colegio pasó el sopla sobre mi proyecto científico y aquí quieren verlo pronto ya que mis nuevos compañeros también hacen trabajos similares.  Me imagino que se armará la gorda, especialmente cuando sepan lo que he estado haciendo con todos mis informes que he escrito sobre el desarrollo de los acontecimientos.


Experimento 9:     ¡Experimentos Interrumpidos!


C: Sebastián, aunque en estos momentos mi corazón está brincando de alegría, tengo miedo (musitó temblorosa bajo la caricia).
S: Ya lo sé.  No quieres arriesgarte y comprendo por qué (observó al tiempo que le acariciaba los cabellos).   Ya tomamos una decisión, cariño. Tendrás que confiar en mí.  Y peor aún, tendrás que confiar en ti misma. Has hecho malas elecciones en tu vida.  Pero te juro que esta no es una de ellas.
C: Solo tengo que creer en que no cometemos un error, ¿verdad?  Tú no pides mucho, ¿no es cierto?  Y si algo va mal en nuestra relación, Manuel...
S: Carina, lo que Manuel necesita y quiere es a un padre (interrumpió Sebastián).  Si jugara limpio, no utilizaría esa excusa para convencerte. Pero te aseguro y te prometo, desde lo más profundo de mi corazón, que ambos son muy importantes para mí.  Ambos se han convertido en parte de mi vida y no la concibo sin ninguno de ustedes.  Cuando llego a casa me encuentro buscándote a ti o a un travieso niño de pelo castaño y ojos traviesos.  Siempre pensé que tenía un hogar, pero ahora sé que estaba equivocado.  Eres tú y Manuel quienes han convertido mi casa en un hogar. 
C: Te amo, Sebastián Estevanez (murmuró con los ojos arrasados de lágrimas).
S: Y yo también, Carina Zampini.  Tú y Manuel son mi futuro.  Y yo les pertenezco.
C: ¿Cómo puedes estar tan seguro?  ¿Cómo puedes saber que todo irá bien? (le preguntó trémula y nerviosa).
S: Estoy seguro porque, a diferencia de las voces que tú oyes, mis voces no dudan y nunca me aconsejan mal.  Lo supe desde la primera vez que te besé.  Y tú también lo supiste.  La diferencia estriba en que aquello me decidió a intentar una relación seria contigo, mientras que a ti te asustó.
C: Tienes razón.
S: Y desde entonces has estado huyendo.
C: Pero ya no huyo más, como ves.

Sebastián la acercó a él y la abrazó estrechamente.  Los labios de Carina se entreabrieron para recibir el apasionado beso del hombre de su vida. Mientras su boca aterrizaba en la de ella, desabotonaba la blusa hasta que logró acariciar sus hermosos pechos.  Ella gimió, estrechándose más contra él.
S: Espera un segundo (murmuró Sebastián con un gran esfuerzo de voluntad).  Todavía queda algo por discutir.  Me refiero a tus intenciones. Lo siento, cariño.  Pero no quiero los típicos arrepentimientos de la mañana siguiente.  Dentro de unos minutos te llevaré a esa cama y haremos nuevamente el amor más dulce de nuestras vidas.  Pero ¿no crees que deberíamos hablar sobre un posible embarazo?
C: Sr. Estevanez, no cree que esa conversación llegó a destiempo máxime después de haber tenido una hermosa y tórrida noche.
S: Siiii (dijo con una sonrisa).  Lo último que quiero decirte es que no te volveré a llevar a la cama sin un compromiso.  No puedo aceptar que me seduzcas nuevamente y mañana me eches de tu vida.  Cari, soy un tipo chapado a la antigua.  Así que un anillo de boda o nada.

Dicho eso sacó del bolsillo de su pantalón una cajita de terciopelo color negra, pero Carina se adelantó.

C: De acuerdo.  Tú ganas (murmuró al tiempo que se ponía de rodillas y le tomaba una mano).  Señor Sebastián Estevanez ¿Quiere hacerme el honor de casarse conmigo?  Prometo amarlo y cuidarlo por el resto de mis días.
S: Señora Carina Zampini creí que nunca me lo pediría.  Sí, acepto con todo gusto.

Con un grito de satisfacción la alzó del suelo y luego la tomó en brazos. Segundos más tarde se tendía junto a ella en la amplia cama.  Con la blusa abierta, dejaba al descubierto una blanca braguita y las largas y contorneadas piernas hechas para enlazar la cintura de un hombre y no dejarlo marchar jamás.

Y Sebastián no se apresuró.  Con movimientos lentos y tranquilizantes se volvieron a desnudar para nuevamente demostrarse el verdadero amor que sentían el uno por el otro.

La luz del sol se deslizó en la habitación llena de íntimos murmullos y suaves risas.  Solo las cuatro paredes de la habitación fueron testigos de las palabras de amor de los amantes.  Las manos de Sebastián se deslizaban sobre las suaves curvas femeninas de Carina, ofreciéndole olas de placer. 

Sebastián conquistó una novia con un amor tan profundo y completo que ya no quedó espacio para el temor, la duda o el deseo de independencia.  Los desnudos cuerpos se hermanaron.  Se completaron.  Formaron un todo.  Esa noche Carina finalmente aceptó la verdad.  Sebastián no era Pablo.

El sonido del teléfono interrumpió el profundo sueño de Sebastián.
C: ¿Qué pasa? (le preguntó Carina con voz soñolienta).
S: Te lo diré en un minuto.  ¿Diga?
EE: ¿Era la voz de Carina? (preguntó Esperanza al otro extremo de la línea).
S: No es de tu incumbencia, abuela.
EE: Lo voy a tomar como un “Sí” (rio la abuela).  Enhorabuena, mi niño. Sebastian, siento interrumpir su celebración de las Fiestas de San Antonio, pero me temo que han llamado de la escuela de Manuel.
S: ¿Y por qué?
EE: Manuel está bien, no te preocupes.  Pero los profesores han armado un alboroto por algo.  Quieren ver a Carina cuanto antes.
S: ¿Y no pueden esperar hasta mañana?
EE: Parece que no.  Y quieren verte a ti también, Sebastián.
S: Y ¿para qué demonios querrán verme a mí?  Bien, estaremos allí en un par de horas.
C: Sebas, No comprendo, Manuel lleva en esa escuela menos de una semana.  ¿Qué pudo haber hecho solo en un par de días?  ¿Y también quieren verte a ti?  ¿Por qué?
S: Amor, lo sabremos a su debido tiempo (dijo Sebastián con calma).

Continuará….


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