Capítulo 23
De pie en el
porche, Sebastián contemplaba su propiedad con intensa satisfacción. Las pasadas dos semanas y media habían sido
las más interesantes, frustrantes y placenteras que jamás había experimentado
en toda su vida. Se había acostumbrado a
la presencia de Carina junto a él y, como nunca lo hubiera imaginado,
disfrutaba de la compañía de Manuel, de su naturaleza inquisitiva, de su
alegría espontánea, del tiempo que compartían juntos agradablemente. El espíritu de Sebastián rebosaba de gozo.
Carina llegó con
una taza de café.
C: Hace frío. Pensé que te apetecería (Carina le interrumpe
sus pensamientos al tiempo que le tendía una taza de café).
S: Gracias, pero
no te dejes engañar por el tiempo. Por
la tarde lucirá un sol esplendoroso. Ah,
y no te olvides de nuestra cita de la Fiesta. Partiremos a Buenos Aires después de almuerzo
y nos quedaremos en el Hotel International un par de noches.
C: Lo había
olvidado (admitió Carina). ¿Pero, es
realmente necesario? ¿Por qué no nos
quedamos aquí en lugar de ir a un hotel?
S: Por la
sencilla razón de que aquí todo el mundo nos vigila. Allí disfrutaremos de intimidad y yo no tendré
que estar todo el día preocupado de la próxima treta que tu hijo nos va a
jugar. Ríndete, Carina. Manuel compró el Programa Especial de la
Fiesta y está consiguiendo lo que quería. Por otra parte la reserva ya está hecha y Esperanza
aceptó cuidarlo mientras estemos fuera. Llegará
a la hora de comer.
Ella frunció el
entrecejo, como para advertirle que aún no se había agotado el tema.
C: No lo sé, Sebastián.
Creo que deberíamos hablar sobre… (se
detuvo bruscamente al tiempo que con una mano se protegía los ojos del sol
incipiente de la mañana y fijaba la vista en un punto). Hablando de Manuel, ¿qué está haciendo?
Sebastián fijó la
vista en el muchachito. Sin lugar a
dudas no hacía nada bueno. Estaba muy
ocupado pasando algo de una mano a otra mientras paseaba por el patio. Tan absorto se encontraba con aquello, que no
había advertido aún la presencia de su madre y Sebastián. Se detuvo bajo una zona iluminada por el sol y
Sebastián tuvo una fugaz visión de algo amarillo y rojo que oscilaba entre las
manos del niño.
En un segundo
saltó sobre la baranda del porche y se precipitó hacia Manuel, mientras intentaba
calmarse para no asustarlo.
Continuará….
me lei todas tus novelas estan buenisimas especialmente Un Marido para Mamá.... Quiero más capitulos
ResponderEliminarGaby, gracias por tus comentarios. Estos me motivan a continuar escribiendo. En la pagina de Facebook (Novelas de Dulce Amor) publico cuando subo cada capitulo.
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