martes, 4 de marzo de 2014

Capítulo 25


Capítulo 25

Para empezar, secarse las lágrimas.  Luego mirar hacia el futuro en vez de mirar constantemente al pasado.  Luego subiría las escaleras y haría la maleta para ir con Sebastián a la Fiesta de San Antonio.  Y si él volvía a proponerle matrimonio, diría que sí.

Entonces le permitiría guiar sus pasos al amor y no al miedo que la había dirigido durante los pasados 8 años.  Y luego abriría la boca para contarle a Sebastián lo que había dentro de su corazón.  Y le diría que lo amaba con todo su ser.  El tiempo de huir de ahora en adelante quedaba atrás.

A partir de entonces se aferraría a la felicidad y no la dejaría escapar.  Victoria estaba en su cuarto preparando una pequeña maleta que llevaría para las Fiestas de San Antonio. 

Sebastián había entrado a la casa buscando a Victoria, al no encontrarla sube a su cuarto.

S: ¿Carina ya estás listas?
C: Entra, estoy preparando la maleta.

Sebastián entra y se sorprende ante la reacción amorosa de Carina.  Carina va hacia Sebastian y lo besa.  El responde de inmediato una vez sale de la sorpresa ante la iniciativa de su enamorada.  Sebastian estaba seguro de sus sentimientos y de los de Carina, aunque sabía que para ella demostrarlo era mucho más difícil.

C: Sebastián, perdón, nunca antes… (Sebastián la interrumpió).
S: No me pidas perdón, me encantó, Lo sé, amor mío y no te voy a apresurar.  Te prometo que todo lo que suceda entre tú y yo no se parecerá en nada a tu experiencia con Pablo.
C: ¿Me lo prometes? (Le preguntó con los ojos cerrados abrazándolo fuertemente).
S: Es una promesa.  Ya sabes, honestidad y confianza entre nosotros.  Pero vamos a tener que espera un poco, porque se nos hace tarde para las Fiestas de San Antonio (Dice Sebastian interrumpiendo su beso).
C: Sé que he tratado, más bien evitado que tu cures mis heridas del corazón.  Pero déjame confesarte que fuiste el responsable de derribar todas las barreras que cubrían mi corazón.  Ahora estoy completamente segura de mis sentimientos.  Sebastián te amo y definitivamente estoy segura que tú no eres Pablo.  Eres y serás el amor de mi vida y el mejor ejemplo que Manuel pueda tener (termina diciendo Carina dándole un beso en la mejilla y posando su cabeza en el hombro de Sebastián, manteniendo el abrazo con él).
S: Carina me haces el hombre más feliz del universo, y si te soy sincero mi vida es mucho mejor desde que tú y Manuel entraron en ella.
C: Bueno, ya estoy lista cuando nos vamos a las Fiestas.

Ambos ya habían llegado a la zona de la costa del rio donde se celebrarían las Fiestas de San Antonio…
C: Sebastián estoy desesperada por ver el desfile, sabes, es mi primera vez.  
S: Carina, ¿Nunca has estado en la Fiesta de San Antonio?  ¿Me quieres decir que nunca has visto el Desfile del Río? (preguntó Sebastián sorprendido mientras se abría paso entre la multitud que se paseaba por las vereda del río).
C: Nunca he tenido la ocasión y tampoco el dinero.  Estas fechas siempre me encuentro trabajando.  Es una buena oportunidad para conseguir un dinero extra en propinas más bien generosas.

Cerca de La Villa, una banda autóctona del área comenzó a tocar unos alegres villancicos y canciones y Sebastián con el brazo sobre los hombros de Carina disfrutó de la misma manera que lo hacían los vecinos y turistas que presenciaban la actuación de la banda y de los diferentes artistas callejeros que actuaban a través de la vereda.

S: Cari, ¿Tienes hambre? (Le preguntó Sebastián alzando la voz para hacerse oír sobre el alboroto de la gente).
C: Me muero de hambre.
S: Lo solucionaremos de inmediato.

Sebastián hizo un gesto a un hombre que llevaba una gran cesta.

C: Quiero una de esas tortillas gordas (pidió Carina después de mirar el contenido del cesto).
S: Por eso se llaman gorditas (rió Sebastián).
C: Sebas, ¿Cuándo pasarán las barcas por el río? (preguntó Carina, ansiosa como una niña.  Lo que más deseaba era ver a las reinas de belleza ataviadas con sus magníficos atuendos).  ¿Crees que podremos ver algo con toda esta gente ya acomodada a través de la orilla del río?
S: Sí.  Reservé asientos.  Así que dentro de muy poco lo veremos todo cómodamente.
C: ¿Y luego?
S: Podemos participar en el baile hasta la madrugada.  Podemos bailar, pasear, tomar unas Esperanzas, o...
C: O podemos volver a nuestro hotel.

En medio de la multitud de pronto se vieron solos.  Para ellos se apagaron las risas, las voces de la gente, la música.  Carina llenó sus ojos con la visión del hombre que amaba.  Ahí estaba, junto a ella, alto y sólido; una roca en medio de un río turbulento.  Se aproximó más a él, enlazó los brazos en el cuello del hombre y luego lo besó con profunda convicción.  La gente aplaudió alrededor de ellos.

S: ¿No querrás ir al hotel ahora, verdad? (Sebastián le susurró al oído al tiempo que le arreglaba la diadema de flores que le había regalado).   Porque quiero que esta noche sea muy especial para ti.
C: Será especial.  Pero para los dos.
S: Entonces esperaremos.
C: De acuerdo, pero bésame para que la espera no sea tan larga.

Al comienzo del mismo, Sebastián la besó tiernamente pero luego esa ternura se fue convirtiendo en un huracán de pasión.

S: Ven, mi amor.  Vamos a sentarnos allá (invitó Sebastián al separarse de Carina).

Cuando se acomodaron entre la gente, vieron a madres y padres con sus hijos pequeños en las rodillas.  Carina pensó que algún día iría a la Fiesta con un pequeño...

S: El próximo año traeremos a Manuel (dijo Sebastián interrumpiendo sus pensamientos).
C: ¿Por qué no? Creo que le encantaría.
Niña: Mira (gritó de repente una niñita), ahí vienen las barcas.

Durante la siguiente hora Carina vitoreó y aplaudió junto a la multitud. Lo que más le entusiasmó fue el paso de las reinas de belleza.  Cuando la última barca pasó frente a ellos el lugar comenzó a despejarse. Sebastián se volvió a Carina.

S: ¿Te gustó?
C: Fue fantástico.  Gracias por esta noche, Sebastián.  Estoy feliz de que me hayas traído (dijo una sonrisa de oreja a oreja).
S: La noche aún no ha terminado, más bien está empezando ahora (dándole un tierno beso).

En ese momento se oyó una dulce música de violín y Sebastián le tomó la mano.

S: ¿Quieres bailar antes de marcharnos?
C: ¿Aquí?  ¿Ahora?
S: ¿Y por qué no?

Sebastián tomó a Carina y la acomodó entre sus brazos y comenzaron a bailar lentamente.  En un segundo otras parejas los imitaron.  Con un murmullo de placer Carina se entregó a la música con los ojos cerrados, apoyada contra él, con la cabeza entre su cuello y la mejilla.  Y por una vez sus pies cooperaron.  Seguía los movimientos del hombre con una perfecta coordinación guiada por la suave presión de sus muslos y cadera.

Por fin acabó la música y muy a regañadientes Carina se separó de Sebastián.

C: Es hora de regresar al hotel, ¿verdad?

Sebastián la besó apasionadamente.

S: ¿Quieres ir?
C: Sí.

Eso era todo lo que Sebastián deseaba oír.  Ambos caminaron agarradito de las manos en dirección hacia el hotel.

Continuará…



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