Capítulo 25
Para empezar,
secarse las lágrimas. Luego mirar hacia
el futuro en vez de mirar constantemente al pasado. Luego subiría las escaleras y haría la maleta
para ir con Sebastián a la Fiesta de San Antonio. Y si él volvía a proponerle matrimonio, diría
que sí.
Entonces le
permitiría guiar sus pasos al amor y no al miedo que la había dirigido durante
los pasados 8 años. Y luego abriría la
boca para contarle a Sebastián lo que había dentro de su corazón. Y le diría que lo amaba con todo su ser. El tiempo de huir de ahora en adelante quedaba
atrás.
A partir de
entonces se aferraría a la felicidad y no la dejaría escapar. Victoria estaba en su cuarto preparando una
pequeña maleta que llevaría para las Fiestas de San Antonio.
Sebastián había
entrado a la casa buscando a Victoria, al no encontrarla sube a su cuarto.
S: ¿Carina ya
estás listas?
C: Entra, estoy
preparando la maleta.
Sebastián entra y
se sorprende ante la reacción amorosa de Carina. Carina va hacia Sebastian y lo besa. El responde de inmediato una vez sale de la
sorpresa ante la iniciativa de su enamorada.
Sebastian estaba seguro de sus sentimientos y de los de Carina, aunque
sabía que para ella demostrarlo era mucho más difícil.
C: Sebastián, perdón,
nunca antes… (Sebastián la interrumpió).
S: No me pidas perdón, me encantó, Lo sé,
amor mío y no te voy a apresurar. Te prometo que todo lo que suceda entre
tú y yo no se parecerá en nada a tu experiencia con Pablo.
C: ¿Me lo
prometes? (Le preguntó con los ojos cerrados abrazándolo fuertemente).
S: Es una
promesa. Ya sabes, honestidad y
confianza entre nosotros. Pero vamos a
tener que espera un poco, porque se nos hace tarde para las Fiestas de San
Antonio (Dice Sebastian interrumpiendo su beso).
C: Sé que he
tratado, más bien evitado que tu cures mis heridas del corazón. Pero déjame confesarte que fuiste el responsable
de derribar todas las barreras que cubrían mi corazón. Ahora estoy completamente segura de mis
sentimientos. Sebastián te amo y
definitivamente estoy segura que tú no eres Pablo. Eres y serás el amor de mi vida y el mejor
ejemplo que Manuel pueda tener (termina diciendo Carina dándole un beso en la
mejilla y posando su cabeza en el hombro de Sebastián, manteniendo el abrazo
con él).
S: Carina me
haces el hombre más feliz del universo, y si te soy sincero mi vida es mucho
mejor desde que tú y Manuel entraron en ella.
C: Bueno, ya
estoy lista cuando nos vamos a las Fiestas.
Ambos ya habían
llegado a la zona de la costa del rio donde se celebrarían las Fiestas de San
Antonio…
C: Sebastián estoy
desesperada por ver el desfile, sabes, es mi primera vez.
S: Carina, ¿Nunca
has estado en la Fiesta de San Antonio? ¿Me
quieres decir que nunca has visto el Desfile del Río? (preguntó Sebastián sorprendido
mientras se abría paso entre la multitud que se paseaba por las vereda del río).
C: Nunca he
tenido la ocasión y tampoco el dinero. Estas
fechas siempre me encuentro trabajando. Es
una buena oportunidad para conseguir un dinero extra en propinas más bien
generosas.
Cerca de La Villa,
una banda autóctona del área comenzó a tocar unos alegres villancicos y canciones
y Sebastián con el brazo sobre los hombros de Carina disfrutó de la misma
manera que lo hacían los vecinos y turistas que presenciaban la actuación de la
banda y de los diferentes artistas callejeros que actuaban a través de la
vereda.
S: Cari, ¿Tienes
hambre? (Le preguntó Sebastián alzando la voz para hacerse oír sobre el
alboroto de la gente).
C: Me muero de
hambre.
S: Lo
solucionaremos de inmediato.
Sebastián hizo un
gesto a un hombre que llevaba una gran cesta.
C: Quiero una de
esas tortillas gordas (pidió Carina después de mirar el contenido del cesto).
S: Por eso se
llaman gorditas (rió Sebastián).
C: Sebas, ¿Cuándo
pasarán las barcas por el río? (preguntó Carina, ansiosa como una niña. Lo que más deseaba era ver a las reinas de
belleza ataviadas con sus magníficos atuendos). ¿Crees que podremos ver algo con toda esta
gente ya acomodada a través de la orilla del río?
S: Sí. Reservé asientos. Así que dentro de muy poco lo veremos todo
cómodamente.
C: ¿Y luego?
S: Podemos
participar en el baile hasta la madrugada. Podemos bailar, pasear, tomar unas Esperanzas,
o...
C: O podemos
volver a nuestro hotel.
En medio de la
multitud de pronto se vieron solos. Para
ellos se apagaron las risas, las voces de la gente, la música. Carina llenó sus ojos con la visión del hombre
que amaba. Ahí estaba, junto a ella,
alto y sólido; una roca en medio de un río turbulento. Se aproximó más a él, enlazó los brazos en el
cuello del hombre y luego lo besó con profunda convicción. La gente aplaudió alrededor de ellos.
S: ¿No querrás ir
al hotel ahora, verdad? (Sebastián le susurró al oído al tiempo que le
arreglaba la diadema de flores que le había regalado). Porque
quiero que esta noche sea muy especial para ti.
C: Será especial.
Pero para los dos.
S: Entonces
esperaremos.
C: De acuerdo,
pero bésame para que la espera no sea tan larga.
Al comienzo del
mismo, Sebastián la besó tiernamente pero luego esa ternura se fue convirtiendo
en un huracán de pasión.
S: Ven, mi amor. Vamos a sentarnos allá (invitó Sebastián al
separarse de Carina).
Cuando se
acomodaron entre la gente, vieron a madres y padres con sus hijos pequeños en
las rodillas. Carina pensó que algún día
iría a la Fiesta con un pequeño...
S: El próximo año
traeremos a Manuel (dijo Sebastián interrumpiendo sus pensamientos).
C: ¿Por qué no?
Creo que le encantaría.
Niña: Mira (gritó
de repente una niñita), ahí vienen las barcas.
Durante la
siguiente hora Carina vitoreó y aplaudió junto a la multitud. Lo que más le entusiasmó fue el paso de las
reinas de belleza. Cuando la última
barca pasó frente a ellos el lugar comenzó a despejarse. Sebastián se volvió a Carina.
S: ¿Te gustó?
C: Fue
fantástico. Gracias por esta noche, Sebastián.
Estoy feliz de que me hayas traído (dijo
una sonrisa de oreja a oreja).
S: La noche aún
no ha terminado, más bien está empezando ahora (dándole un tierno beso).
En ese momento se
oyó una dulce música de violín y Sebastián le tomó la mano.
S: ¿Quieres
bailar antes de marcharnos?
C: ¿Aquí? ¿Ahora?
S: ¿Y por qué no?
Sebastián tomó a
Carina y la acomodó entre sus brazos y comenzaron a bailar lentamente. En un segundo otras parejas los imitaron. Con un murmullo de placer Carina se entregó a
la música con los ojos cerrados, apoyada contra él, con la cabeza entre su
cuello y la mejilla. Y por una vez sus
pies cooperaron. Seguía los movimientos
del hombre con una perfecta coordinación guiada por la suave presión de sus
muslos y cadera.
Por fin acabó la
música y muy a regañadientes Carina se separó de Sebastián.
C: Es hora de
regresar al hotel, ¿verdad?
Sebastián la besó
apasionadamente.
S: ¿Quieres ir?
C: Sí.
Eso era todo lo
que Sebastián deseaba oír. Ambos
caminaron agarradito de las manos en dirección hacia el hotel.
Continuará…
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