jueves, 6 de marzo de 2014

Capítulo 27



Capítulo 27

Sebastián se levantó y no vio a Carina, se puso su pantalón, salió afuera del cuarto y allí la vio, con su pelo rubio al viento.  Se acercó por detrás a Carina, abrazándola y dándole un beso por el cuello subiendo para atrapar con sus labios el lóbulo para finalmente voltearla y besarla con amor.

S: Buenos Días, mi amor, ¿Cómo dormiste?
C: Buenos Días, amor, increíblemente bien y mejor aún, amaneciendo entre tus brazos.  Amor tengo algo que decirte.
S: Cari, que puede ser más importante para cortar este lindo momento.
C: Sebastián, prometimos ser honestos el uno con el otro, ¿no fue así, amor mío?

Pero Carina sabía que no había sido totalmente honesta.  No estaba segura si las cosas cambiarían entre ellos cuando él supiera la verdad.

Lentamente Carina se separó de Sebastián.

C: Espera aquí.  Hay algo que necesito mostrarte.

Fue a su habitación y sacó de su maleta la carta que Manuel había puesto allí.  “Esto es para ti, mamá.  Buena suerte”, había dicho esa mañana.  Tal vez Manuel adivinaba su secreto.  Pero aunque supiera la verdad, aún contaba con el amor de su hijo.  Y el hecho de que hubiera metido la carta en la maleta sugería que pensaba que también Sebastián la aceptaría.  Bueno, dentro de un minuto se iba a enfrentar a la verdad.  Cuando volvió a la habitación de Sebastián, este se paseaba de un extremo al otro.

S: ¿Qué pasa, cariño? (Le preguntó Sebastián preocupado y ansioso ante la incertidumbre de lo que Carina le quería confesar).
C: Se trata de la promesa que nos hicimos de ser honestos el uno con el otro.  La verdad es que yo no lo he sido (dijo frente a él, con el sobre en la mano).  Hay un par de cosas que debemos cambiar en el formulario que completamos para la Agencia de tu abuela.

Muy tenso, Sebastián intentó sonreír.

S: Júrame que no hay que modificar la sección que pregunta sobre sexo, y podré resistir todo lo demás.
C: No, el problema no es ese (respondió en tono de broma).
S: Supongo que se relaciona con el sobre que tienes en la mano.  Cuéntame, amor.  ¿Qué pasa?  ¿Qué quieres confesarme? (murmuró con mucha ansiedad).
C: Bueno, te conté que cuando me marché de casa con Pablo yo estaba embarazada.  Pero hay una cosa que no te he mencionado (dijo al tiempo que se humedecía los labios).
S: ¿Y qué es?
C: Bueno, la verdad es que no había terminado el bachillerato superior. 

Sebastián frunció el ceño.

S: Pero si ahora tienes treinta y tres años.  ¿Cómo es posible que no...? Bueno, dejémoslo.

Ella se echó a reír.

C: No es que haya repetido cursos, Sebastián.  La verdad es que... no tengo esa edad, tengo treinta años.

Sebastián se desplomó en una silla.

S: ¡Demonios! ¿Entonces tenías dieciséis o diecisiete años cuando te quedaste embarazada de Manuel?
C: Bueno, casi.  Me faltaban dos años para acabar la educación secundaria.  Pablo ya estaba en el último curso.  Estuvimos saliendo un par de veces y me pidió que lo acompañara al baile de fin de curso.  Demás está decir que la celebración fue memorable y que no estuvimos toda la noche bailando.  Y que tampoco tomamos ninguna precaución (concluyó ruborizada hasta la raíz de los cabellos).
S: Y más tarde descubriste que estabas embarazada.
C: Lo descubrí durante ese verano.  Pablo ya se había graduado y me invitó a marcharme con él.  Tan pronto como mis tíos supieron que me iría de casa con o sin su permiso, nos permitieron casarnos.
S: Y luego ¿Pablo se marchó un mes antes del parto? (preguntó Sebastián incrédulo).  ¿Cómo es posible que abandonara a una criatura de dieciséis años?

Ella se encogió de hombros.

C: Le habían ofrecido un trabajo mejor en otra parte.  Al menos eso fue lo que dijo.  Prometió enviar dinero.
S: ¿Y lo hizo?
C: Sí, lo suficiente para sobrevivir.  No era un irresponsable absoluto.  Pero yo no estaba en condiciones de ponerme a trabajar.  Incluso aunque no hubiera estado embarazada habría sido muy difícil encontrar trabajo a tiempo completo con esa edad, como más tarde supe.  Así que cuando Manuel nació conseguí un empleo, pero tuve que mentir sobre mi edad.  Y una vez que pude ahorrar un poco de dinero fui a buscar a Pablo.
S: ¿Y así fue como viviste los siguientes cinco años?  ¿A la caza de Pablo?
C: Es deprimente, lo sé, aunque lo supe más tarde (comentó Carina intentando sonreír).
S: ¿Y qué fue lo que puso punto final a la caza?  No, no me digas, no te preocupes.  Creo que ya lo sé.

“Llegó la hora de la segunda confesión”, pensó Carina.

C: Escuché la conversación que sostuviste con Manuel.  Él te lo contó todo.
S: Carina no te voy a reprochar nada, no soy nadie, pero debiste haberlo echado mucho antes, y que bueno que lo hiciste.
C: Ahora me doy cuenta de eso.  Pero era demasiado joven y estaba muy asustada.  Me costó mucho trabajo darme cuenta que podía arreglármelas sola, que no necesitaba su ayuda.
S: ¿Y ahora? (preguntó Sebastián señalando el sobre).  ¿Qué es eso?
C: Esta es la respuesta a un sueño que he albergado durante ocho años (respondió conmovida al tiempo que miraba el sobre con el membrete de la Oficina de Educación de Buenos Aires).

Con todo cuidado abrió el sobre y desplegó el documento que contenía el mismo.

CERTIFICADO Grado Asociado en Estudios Secretariales (Carina leyó en el diploma).
Nos complace comunicarle que ha rendido con éxito los exámenes de las asignaturas correspondientes a los estudios secretariales, graduándose con altas calificaciones. 

Carina enterró la cara en el pecho de Sebastián y la camisa quedó empapada de lágrimas.  Lo había conseguido.  Tras ocho largos y difíciles años, finalmente lo había logrado.  ¡Esa era su última meta!  Terminar una carrera donde pudiera ofrecer una mejor calidad de vida y mejor futuro para su hijo, Manuel.

Sebastián la dejó llorar mientras le acariciaba el cabello.

S: ¿Sabes que eres alguien muy especial?  Querías probarte a ti misma de que eras capaz y lo has conseguido.
C: Es porque un día decidí que tenía que hacerme cargo de mi propia vida (le confirmó).  De repente me di cuenta de que era perfectamente capaz de cuidar de mí misma y de mi hijo.  Así que decidí retomar los estudios y conseguir mi diploma.  Así podría estar calificada para optar a un empleo decente y de paso reconciliarme con mis tíos.
S: Entonces yo entre en tu vida y trastorné tus planes, ¿no es así?  ¿Qué creíste que intentaba hacer, Carina?  ¿Robar tu independencia?  ¿No comprendes?  No intento robar nada o dañarte de algún modo.  Mi único objetivo es hacerte feliz, mas bien para hacerlos felices a ambos (dijo al tiempo que le rodeaba la cara con las manos).

Sebastián admiraba la fortaleza de carácter que se veía en cada rasgo de su hermoso rostro, aunque su testarudez le causara un sinfín de frustraciones.

Carina rio con dulzura.

C: Es la primera vez que alguien me ofrece felicidad.
S: No sabes cómo lo siento porque no hay una persona en el mundo que la merezca más que tú.  Todo lo que tienes que hacer es intentar alcanzarla, amor mío.

Ella cerró los ojos y suavemente Sebastián le besó los párpados.


Continuará….




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